RITOS INICIALES
DE PIE
S En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
A Amèn
Al saludo del Sacerdote, se responde:
A Y con tu Espíritu
Acto Penitencial
S Hermano: para celebrar dignamente estos sagrados……………..
Momento del silencio
A Señor, ten piedad de nosotros
Gloria (canto)
Oración
S Oremos
Liturgia de la Palabra
Lecturas SENTADOS
En las lecturas los que van a leer la palabra
Tanto al acercarse al altar como al retirarse del mismo
deben hacer un gesto ante El Altar, inclinar la
Cabeza ante el Sagrario
Al finalizar cada lectura se dice:
L Palabra de Dios
A. Te alabamos, Señor
EVANGELIO DE PIE
S El Señor estè con uds.
Al finalizar la lectura, el sacerdote dice:
S Palabra del Señor
A Gloria a ti, Señor Jesús
HOMILIA SENTADOS
Credo
PIE
A Creo en Dios, Padre Todopoderoso
Oraciòn de los fieles
El sacerdote hace la invitaciòn a la oraciòn…………
Termina el Sacerdote con la oraciòn conclusiva:
S Por Cristo nuestro Señor
A Amèn
LITURGIA EUCARISTICA
Preparación de los Dones SENTADOS
Mientras se llevan y presentan ofrendas se puede cantar
S Bendito seas, Señor Dios del Universo, por este pan
A Bendito seas por siempre, Señor……………..
Oraciòn POR LAS OFRENDAS DE PIE
S Orad, hermanos para que este sacrificio, mìo y vuestro
A El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza
Y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su
Santa Iglesia.
PLEGARIA EUCARISTICA
Celebrante
S Padre misercordioso,
te pedimos humildemente por Jesucristo, tu Hijo nuestro
Señor, que aceptes y bendigas estos dones,
Celebrante:
Acepta Señor, en tu bondad,
Esta ofrenda de tus siervos
Y de toda tu familia santa
Ordena en tu paz nuestros días,
Líbraonos de la condenación eterna y cuéntanos entre
Tus elegidos.
DE RODILLAS
Concelebrantes:
Bendice y santifica, oh Padre esta ofrenda,……..
Tomad y comed todos de el, porque esto es mi cuerpo
Que serà entregado por vosotros.
Del mismo modo, acabada la cena
Haced esto en conmemoraciòn mia.
Celebrante:
A Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección,
!Ven Señor Jesús!
DE PIE
Oraciòn del Señor
S Fieles a la recomendación del Salvador
Y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:
PADRE nuestro que estàs en los cielos
Sùplica
S Lìbranos de todos los males, Señor,
A Tuyo es el reino,
Tuyo el poder y la gloria
Por siempre Señor
RITO DE LA PAZ
S Señor Jesucristo,
Que dijiste a tus Apòstoles:
Mi paz o dejo, mi paz os doy,
A Amèn
S La paz del Señor estè siempre con vosotros
A Y con tu Espìritu
S Daos fraternalmente la paz
Fracciòn del pan
A Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo
Cordero de Dios ……..
Ten piedad de nosotros
Cordero de Dios…………………… DE RODILLAS
Que quitas el pecado del mundo
Danos la paz.
INVITACION
S Este es el Cordero de Dios,
Que quita el pecado del mundo,
Dichosos los invitados a la cena del Señor
AS Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
Pero una palabra tuya bastarà para sanarme.
S El cuerpo de Cristo
A Amèn
Durante la distribución de la comunión……..se canta
Todos los fieles que comulguen se van a sentar en
su sitio y DE RODILLAS, agradecen y piden para
que Cristo que està dentro de el, toque……..cada
parte de su cuerpo toque a Cristo y…………..
Los que no comulgan, si quieren hacen una
Comunión Espiritual……………………
ORACION DE PIE
El Sacerdote dice la oraciòn
S Oremos
DESPEDIDA
Saludo y Bendición....
S El Señor estè con vosotros
A Y con tu Espìritu
S La bendiciòn de Dios Todopoderoso
Padre, Hijo y Espìritu Santo
Descienda sobre vosotros
A Amèn
DESPEDIDA
S Podèis ir en paz
A Demos gracias a Dios.
Origen de las diferentes ceremonias de
la Misa. Las partes integrantes del rito del sacrificio, que se encuentran en todas las liturgias, para revestir el
sacrificio propiamente dicho de más solemnidad y respeto, provienen sin lugar a dudas de los tiempos apostólicos. Entre éstas encontramos la oraciones preparatorias, las lecturas de las Sagradas
Escrituras, el canto de los salmos, las oraciones por los vivos y difuntos, el Padrenuestro, la acción de gracias después de la comunión. Si bien Dios instituyó el santo sacrificio del altar,
dejó a los jefes de la Iglesia el poder de revestir ese sacrificio de un ornato digno, en otras palabras, de crear la forma y la solemnidad litúrgicas, y de allí nacieron en épocas y lugares
diversos las diferentes liturgias.
La liturgia romana. Entre las liturgias occidentales se cuentan, principalmente, la mozárabe, la antigua galicana, la ambrosiana y
la romana, que tuvo siempre un carácter principal en relación a las demás. La liturgia romana fue “fundada” por el Príncipe de los Apóstoles, en el sentido que la manera de celebrar la santa Misa
adoptada e introducida por él fue la base del desarrollo subsecuente de esta liturgia.
Las fuentes escritas. Sus documentos más antiguos son los tres Sacramentarios o libros de los sacramentos o misterios, o
misales, conocidos como Sacramentarios leoniano, gelasiano y gregoriano por los nombres de los papas León I (440-461), Gelasio I (492-496) y Gregorio I (590-604). Nuestro misal está tomado
principalmente del Sacramentario de Gregorio Magno, quien agregó al Canon las siguientes palabras: “Diesque nostros in tua pace disponas atque ab aeterna damnatione nos eripi et in electorum
tuorum jubeas grege numerari”: la última adición hecha al Canon.
Los ritos de la Santa Misa. Enseña el Concilio de Trento: “Como la naturaleza del hombre es tal que no puede ser fácilmente
elevada a la meditación de las cosas divinas sin auxilios exteriores, la Iglesia, como una buena madre, ha establecido ciertos ritos, por ejemplo que ciertas partes de la misa sean pronunciadas
en voz baja, y otras en voz alta. También empleó ceremonias, como bendiciones místicas, luces, perfumes, vestimentas y otras cosas de ese género, según la disciplina y tradición de los Apóstoles.
Ella quiere por ese medio recordar la majestad de un tan grande sacrificio, y, por esos signos visibles de la religión y de la piedad, excitar las almas de los fieles a la contemplación de las
cosas más sublimes escondidas en este sacrificio.”
Diversas clases de ritos. Teniendo en cuenta sus motivo y su significación, se pueden agrupar las ceremonias en tres
clases.
1. Todas las ceremonias contribuyen a la belleza y al orden del culto divino. Pero mientras que algunas de ellas tienen una
significación misteriosa y más elevada, otras solamente tienden a rodear la celebración del sacrificio de más respeto. Entre ellas están las rúbricas que ordenan al sacerdote acercarse al altar
con los ojos bajos y con un caminar grave, poner la mano izquierda sobre el pecho cuando se signa, etc..
2. Otras ceremonias son, por su misma naturaleza, actos de culto y la expresión de pensamientos y afectos religiosos. Entre
éstas tenemos las diversas posiciones del cuerpo y de los miembros, como las genuflexiones, los golpes de pecho, las inclinaciones del cuerpo y de la cabeza. Estos gestos del cuerpo son signos
exteriores que expresan la devoción del corazón, la adoración, la humildad, el arrepentimiento, la oración, la confianza. Estos gestos manifiestan en el exterior lo que ya hay en el corazón, pero
al mismo tiempo hacen crecer en nuestro interior esos afectos.
3. Un tercer grupo de ceremonias tiene por fin especial una significación simbólica, moral o mística. Están destinadas a
recordarnos los misterios de la fe y de la vida cristiana. A este grupo pertenecen la mezcla del vino con el agua, el lavado de las manos en el ofertorio, la extensión de las manos sobre el pan y
el vino antes de la consagración.
Finalmente, no debemos omitir en la ceremonias el fin sacramental, que consiste en producir ciertos efectos sobrenaturales y en obtener numerosas gracias.
Origen de las ceremonias. Las ceremonias católicas no son restos de usos judíos o paganos, sino prescripciones apostólicas y
eclesiásticas, formas del culto inspiradas y penetradas de un espíritu más elevado. En el altar el sacerdote debe rendir a Dios, en nombre de la Iglesia, un culto interior lo más perfecto
posible, por los actos de fe, esperanza y caridad y de todas las virtudes morales; y además un culto exterior por las inclinaciones, genuflexiones, el beso del altar y un sinnúmero de otras
ceremonias.
Las partes de la Santa
Misa. La celebración litúrgica del santo sacrificio se puede dividir en dos partes: 1° un servicio divino general y preparatorio (Missa catechumenorum), y 2° el sacrificio
propiamente dicho (Missa fidelium), que a su vez se subdivide en tres partes: la oblación, la consagración y la comunión.
Una necesaria preparación. Hay que tratar santamente las cosas santas. La celebración de la Misa exige una preparación
cuidadosa. La conducta del sacerdote, su vida y todas sus acciones deben formar parte de esa preparación lejana pero ininterrumpida al santo sacrificio. Pero cuando llega la hora es necesaria una
preparación especial y próxima: se debe disponer el alma por ejercicios religiosos, por la oración mental y vocal y excitar en el corazón afectos piadosos.
Luego de esta preparación personal el sacerdote sube al altar a para ofrecer el sacrificio. La primera parte de la Misa, del comienzo al ofertorio, tiene el carácter de una introducción a la
Misa. Se la puede considerar como la preparación pública, general, ordenada por la Iglesia para disponer al sacerdote y al pueblo para los divinos misterios.
Las oraciones al pie del altar. Estas oraciones toman su nombre del lugar donde se las recita. Comprenden el salmo 42, la
confesión y dos oraciones para obtener una perfecta purificación del corazón. Esta parte, que va hasta el introito, puede ser considerada como la introducción general al rito sagrado de la
Misa.
El signo de la cruz. La práctica venerable de hacer
el signo de la cruz sobre las personas y las cosas viene sin lugar a dudas de los tiempos apostólicos. Incluso algunos la hacen remontar a Nuestro Señor Jesucristo, quien, según una piadosa
opinión, habría bendecido a sus discípulos con el signo de la cruz el día de la Ascensión.
Su profundo sentido. Así habla San Francisco de Sales
enseñándonos el sentido de la señal de la Cruz: “La forma común de hacer el signo de la cruz depende de estas observaciones: 1. Que se haga con la mano derecha, pues es estimada como la más digna, dice San Justino Mártir. 2. Que se empleen tres dedos, para significar la Santísima Trinidad, o cinco, para significar la cinco llagas de Nuestro Señor. (...)
3. Se lleva primero la mano a lo alto hacia la cabeza diciendo: En el nombre del Padre, para mostrar que el Padre es la
primera persona de la Santísima Trinidad, y el principio de origen de las otras dos; luego se lleva la mano abajo hacia el vientre diciendo: y del Hijo, para mostrar que el Hijo procede del
Padre, que lo envió aquí abajo al vientre de la Santísima Virgen. Y de allí se atraviesa la mano de izquierda a derecha diciendo: y del Espíritu Santo, para mostrar que el Espíritu Santo, siendo
la tercera persona de la Santísima Trinidad, procede del Padre y del Hijo, y es el lazo de amor y de caridad, y que por su gracia nosotros recibimos el efecto de la Pasión. De ese modo se hace
una breve confesión de tres grandes misterios: de la Trinidad, de la Pasión y de la remisión de los pecados, por la cual somos transportados de la siniestra de maldición a la diestra de
bendición.”
La cruz es la fuente de todas las gracias, nuestra arma y nuestro escudo contra el demonio, es el trofeo glorioso de la victoria de Jesucristo sobre el pecado, la muerte y el infierno.
Es, pues, muy conveniente que el santo sacrificio comience por el signo de la cruz. El sacerdote va a celebrar la santa Misa en el nombre, es decir con todo el poder y el auxilio del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo, y al mismo tiempo para su gloria.
La antífona del salmo 42. Se trata de los versículos: Introibo ad altare Dei, ad Deum qui laetificat juventutem meam. Estas
palabras nos dan la clave de la interpretación litúrgica y mística del salmo y los sentimientos que deben embargar el alma del sacerdote en este momento. El sacerdote desea vivamente subir al
altar para acercarse a Dios, unirse a Él en la Eucaristía para que su vida interior se fortalezca. Por las gracias que brotan del culto divino el alma es rejuvenecida y vivificada. La juventud de
la cual se habla en el salmo, es la vida sobrenatural obtenida por la regeneración, efecto de la gracia del Espíritu Santo. Esta gracia destruye en nosotros el hombre viejo y nos reviste del
hombre nuevo, que se renueva en el conocimiento de Dios, a semejanza de Aquél que lo creó. Esta vida que no envejece ni se marchita se alimenta en el altar por la Eucaristía.
El salmo 42 describe la situación y expresa los sentimientos de David expulsado de Jerusalén por la revuelta de Absalón, y duramente perseguido por sus enemigos. La separación del Tabernáculo lo
entristece más que todo y le parece una señal de la cólera de Dios, y desea vivamente regresar junto al santuario del Señor. Es allí donde quiere ofrecer un sacrificio de acción de
gracias.