DESCUBRE TU VOCACION COMO INTERCESOR

 

Descubriendo mi vocación de intercesor

Aprendo a estar junto al corazón de Dios Padre, para interceder desde su sentimiento y pensamiento

Cuando descubro que mi vocación también es interceder ante Dios por las personas, y decido hacer un servicio a los demás, acercándome a Dios como Padre, para pedirle por sus necesidades, una de las primeras preguntas que surgen es si Dios me va a escuchar, si me va a dar lo que pido, si yo puedo conseguir algo de Dios. Por eso, desde el comienzo, el intercesor (el que se acerca a Dios, para que la persona por la cual rezo también se acerque), debe decidir un camino personal de acercamiento a Él, optar por querer profundizar su relación en el sentido de religión (religare: volver a ligar).
A medida que me voy acercando al Padre, lo voy conociendo, voy conociendo en sus sentimientos y pensamientos. Al vivir una vida juntos, llego a interpretar lo que ÉL desea y lo que Él considera bueno, porque como hijo, me voy asimilando a Él, me voy haciendo parecido. Me voy identificando con Jesús como Hijo. El intercesor va constituyendo su personalidad al modo de Jesús, pero respetando su propia personalidad. Jesús interpreta acabadamente la voluntad de su Padre.
Esto ya va respondiendo algunas de nuestras preguntas. Dios siempre escucha aunque no tiene oídos. Escucha espiritualmente, totalmente porque es Espíritu eterno y omnipresente, escucha sabiendo lo que pensamos y sentimos, aún aquello que no nos damos cuenta. Interpreta los anhelos profundos de nuestro corazón, desde los cuales estamos realizando una determinada oración de intercesión por alguien. El problema radica en que si yo creo esto y que experiencia tengo. Como Dios es Padre y Madre (lo veremos este tema en otro momento). Mi personalidad, está constituida, también, desde la relación que he tenido con mi padre y con mi madre, y con todos aquellos que de alguna forma tuvieron ese rol, en distintos aspectos a lo largo de mi vida. Sobre como se dió esta relación cuando yo pedí algo que necesitaba. Esta es la base humana sobre la cual construyo, junto con Dios, la fe de intercesión, fe de poder creer que Dios actuará. Mis padres no me dijeron a todo que sí, porque yo habría salido malcriado e inmaduro. Darme cuenta cuales son los niveles de comunicación, de seguridad, de discernimiento que tengo, es partir de una relación madura y realista para realizar el servicio. Y por supuesto, es por mí mismo por quien tengo que empezar a interceder, para que Jesús limpie con bondad mis heridas en este aspecto y llegue a ser una persona sana que reza por otros. Mal podría orar con confianza por otros, si yo no he tenido experiencias de confianza en mi vida.

En este punto propongo tomarme un poco de tiempo, y reflexionar en forma individual, escribiendo en una hoja en blanco los siguientes puntos:

¿Cómo fue la relación con mis padres, en los aspectos de la confianza, de pedir y recibir lo que necesitaba, de la relación en general? Habiendo descubierto las fortalezas y debilidades de la relación, en un momento de oración personal, pedirle a Jesús que me abrace y que acaricie mis heridas, y me enseñe a vivir con madurez. En cada herida concreta, que pase su mano y me bendiga, y juntos abrazarnos con Dios Padre, mejor aún dejarme abrazar por Él.

Poner por escrito, luego experiencias concretas y la impresión que me causaron, de que Dios escuchó mis oraciones. Pensar también porqué lo habrá hecho.

Si estoy con otros, que también interceden, en una jornada, o si luego los voy a ver, compartir con otros lo que reflexioné.


Podemos cantar algunos cantos sobre la confianza en Dios y en su misericordia y disfrutar de ellos. La idea es cantar juntos con Dios. En el canto como oración, uno se va uniendo en una dimensión armónica.

Individualmente o por grupos, según si estoy solo (lectura individual) o en una jornada, leo dos textos bíblicos y elijo uno, teniendo en cuenta para el análisis, lo siguiente:


Ver en los versículos 36 al 37 la experiencia histórica de David, sobre este tema del combate (simbólicamente la oración de intercesión). Relacionarlo con lo expresado anteriormente.

¿Quiénes y qué son Goliat hoy?

En los versículos 42 al 46 analizar la vinculación de fe (la fe es un diálogo entre Dios y el hombre, es una relación, que se puede ir acrecentando. No son sólo contenidos que se creen. Es una experiencia histórica personal y de pueblo).

LIBRO PRIMERO DE SAMUEL
CAPITULO 17




Guerra de los filisteos contra Israel. David pelea contra el gigante Goliat, y le corta la cabeza



1. Sucedió después de algún tiempo que los filisteos juntando sus escuadrones para pelear, se reunieron en Socó de Judá, y acamparon entre Socó y Azeca, en los confines de Dommin*.
2. También se reunieron Saúl y los hijos de Israel, y viniendo al valle del Terebinto, ordenaron allí sus escuadrones para pelear contra los filisteos.
3. Estaban éstos acampados a un lado del monte, y los israelitas en el lado opuesto, mediando el valle entre ellos.

4. Y salió de los campamentos de los filisteos un hombre bastardo, llamado Goliat, natural de Get, cuya estatura era de seis codos y un palmo*.
5. Traía en su cabeza un morrión de bronce, e iba vestido de una coraza escamada, del mismo metal, que pesaba cinco mil siclos.
6. Botas de bronce cubrían sus piernas, y defendía sus hombros un escudo de dicho metal.
7. El astil de su lanza era grueso como el rodillo de un telar, y el hierro o punta de la misma pesaba seiscientos siclos; e iba delante de él su escudero.

8. Este hombre vino a presentarse delante de los escuadrones de Israel, dando voces y diciéndoles: ¿Por qué habéis venido para dar batalla? ¿No soy yo un filisteo, y vosotros siervos de Saúl? Escoged entre vosotros alguno que salga a combatir cuerpo a cuerpo.
9. Si tuviere valor para pelear conmigo y me matare, seremos esclavos vuestros; más si yo prevaleciere y le matare a él, vosotros seréis los esclavos, y nos serviréis.
10. Y decía después jactándose: Yo he desafiado hoy a los batallones de Israel, diciéndoles: Dadme acá un campeón, y mida sus fuerzas conmigo cuerpo a cuerpo.

11. Saúl y todos los israelitas, oyendo tal desafío del filisteo, quedaron asombrados y llenos de miedo.
12. David, según queda dicho, era hijo de un varón efrateo, de la ciudad de Betlehem en Judá, llamado Isaí, el cual tenía ocho hijos, y era hombre anciano, y de los más avanzados en edad en el tiempo de Saúl.
13. Sus tres hijos mayores siguieron a Saúl en la guerra; de los cuales el primogénito se llamaba Eliab, el segundo Abinadab, y el tercero Samma.

14. David era el menor de todos. Habiendo, pues, los tres mayores seguido a Saúl,
15. David se había ido de la corte de Saúl, y vuelto a apacentar la grey de su padre en Betlehem.
16. Entretanto se presentaba el filisteo mañana y tarde, y continuó haciéndolo por espacio de cuarenta días.
17. En este intermedio dijo Isaí a su hijo David: Toma para tus hermanos un efi de harina de cebada y estos diez panes, y corre al campamento a llevárselos.

18. Y estos diez quesos los llevarás al tribuno o coronel; y verás si tus hermanos están buenos, informándote en qué compañía están.
19. Mas ellos como los demás hijos de Israel estaban con Saúl, para pelear contra los filisteos, en el valle del Teberinto.
20. Madrugó, pues, David, y encargando a uno el cuidado del ganado, se puso con su carga en camino, como se lo había mandado Isaí. Y llegó al lugar de Magala, junto al ejército, al tiempo que éste, habiendo salido a dar la batalla, levantaba el grito en señal de combate.

21. Porque ya Israel había formado en batalla sus escuadrones, e igualmente los filisteos estaban dispuestos para la acción.
22. A vista de esto David, dejando cuanto había traído al cuidado de quien se los guardase entre los bagajes, fue corriendo al lugar de la batalla, y se informaba de la salud y bienestar de sus hermanos.
23. Aún no había acabado de hablar, cuando compareció aquel hombre llamado Goliat, filisteo, natural de Get, que salía del campamento de los filisteos, repitiendo los mismos insultos que siempre, los cuales oyó David.

24. Todos los israelitas, así que vieron aquel hombre, huyeron de su presencia temblando de miedo.
25. Y decía uno de los soldados de Israel: ¿No habéis visto ese hombre que se presenta al combate? Pues a insultar a Israel viene. Al que le matare le dará el rey grandes riquezas y a su hija por esposa, y eximirá de tributos en Israel la casa de su padre.
26. Preguntó David a los que tenía cerca de sí: ¿Qué es lo que darán al que matare a ese filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque a la verdad, ¿quién es ese filisteo incircunciso para que insulte así impunemente a los escuadrones del Dios vivo?

27. Le refería la gente las mismas palabras, diciendo: Esto se dará al que lo matare.
28. Y habiéndolo oído hablar así con la gente Eliab, su hermano mayor se indignó contra él, y le dijo: ¿Por qué has venido aquí, dejando abandonadas en el desierto aquellas poquitas ovejas que tenemos? Bien conocida tengo yo tu altanería y la malicia de tu corazón. A ver la batalla es a lo que has venido.
29. Respondió David: ¿Qué mal he hecho yo? ¿He hecho más que hablar?

30. Se desvió luego de él, y se fue a otro paraje, y entabló la misma conversación, repitiéndole la gente la misma respuesta de antes.
31. Oídas de varios las palabras que habló David, fueron referidas delante de Saúl;
32. a cuya presencia conducido, le habló David de esta manera: Nadie desmaye a causa de los insultos de ese filisteo; yo siervo tuyo, iré y pelearé contra él.
33. Mas Saúl dijo a David: No tienes tú fuerza para resistir a ese filisteo, ni para pelear contra él; pues tú eres muchacho todavía, y él es un varón aguerrido desde su mocedad.

34. Replicó David a Saúl: Apacentaba tu siervo el rebaño de su padre, y venía un león o un oso, y apresaba un carnero de en medio de la manada;
35. y corría yo tras ellos y los mataba, y les quitaba la presa de entre los dientes, y al volverse ellos contra mí, los agarraba yo de las quijadas, y los ahogaba y mataba.
36. Así es como yo, siervo tuyo, maté tanto al león como al oso; y lo propio haré con ese filisteo incircunciso. Iré, pues, contra él ahora mismo, y quitaré el oprobio de nuestro pueblo; porque, ¿quién es ese filisteo incircunciso, que ha tenido la osadía de maldecir al ejército del Dios vivo?

37. Y añadió David: El Señor que me libró de las garras del león y del oso, él mismo me librará también de las manos de ese filisteo. Dijo Saúl a David: Anda, pues, y el Señor sea contigo.
38. Y le vistió Saúl con sus ropas o con armadura de su palacio, y le puso en la cabeza un casco de acero, y lo armó de coraza.
39. Ciñéndose luego David la espada de Saúl sobre su vestido de guerra, comenzó a probar si podía andar así armado; porque no estaba hecho a ello. Y dijo a Saúl: Yo no puedo caminar con esta armadura, pues no estoy acostumbrado a ella. Por lo tanto se desarmó;

40. y cogiendo el cayado que llevaba siempre en la mano, escogió del torrente cinco guijarros bien lisos; se los metió en su bolsa de pastor que traía consigo, tomó la honda en su mano, y se fue en busca del filisteo.
41. Venía éste caminando con paso grave y acercándose hacia David, llevando delante su escudero.
42. Mas así que el filisteo vio a David, le menospreció, por ser éste un joven rubio y de linda presencia,
43. y le dijo: ¿Soy yo acaso algún perro para que vengas contra mí con un palo? Por lo que maldijo el filisteo a David, jurando por sus dioses.

44. Y añadió: Ven acá y echaré tus carnes a las aves del cielo y las bestias de la tierra.
45. Mas David respondió al filisteo: Tú vienes contra mí con espada, lanza y escudo; pero yo salgo contra ti en el nombre del Señor de los ejércitos, del Dios de las legiones de Israel, a las cuales tú has insultado este día*.
46. Y el Señor te entregará en mis manos, y yo te mataré y cortaré tu cabeza; y daré hoy los cadáveres del campo de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, para que sepa todo el mundo que hay Dios en Israel;

47. y conozca todo este concurso de gente, que el Señor salva sin espada ni lanza; porque él es el árbitro de la guerra, y él os entregará en nuestras manos.
48. Como se moviese, pues, el filisteo, y viniese acercándose a David, se apresuró éste y corrió al combate contra el filisteo;
49. y metiendo su mano en bolsa de pastor,sacó una piedra que disparó con la honda, e hirió al filisteo en la frente, en la cual le quedó clavada; y cayó el filisteo en tierra sobre su rostro.

50. Así venció David al filisteo con una honda y una piedra, y herido que lo hubo, lo mató. Y no teniendo David a mano, ninguna espada,
51. fue corriendo y se echó encima del filisteo, le quitó la espada, la desenvainó, y acabándole de matar, le cortó la cabeza. Viendo, pues, los filisteos muerto al más valiente de los suyos, huyeron.
52. Pero los hijos de Israel y de Judá los acometieron con gran gritería, y fueron acuchillándolos hasta llegar al valle y hasta las puertas de Accarón; y cayeron heridos muchos filisteos por el camino de Saraím y hasta Get y Accarón.

53. Volvieron los hijos de Israel, de perseguir a los filisteos, y saquearon su campamento.
54. Y tomando David la cabeza del filisteo, la llevó a Jerusalén; pero sus armas las colocó en su casa*.
55. Es de advertir que al ver Saúl que David se dirigía contra el filisteo, preguntó a Abner, general de las tropas: Abner, ¿de qué familia es ese joven? Y Abner respondió: Juro por tu vida, oh rey, que no lo sé.
56. Le dijo el rey: Infórmate de quien es hijo.

57. Y cuando David volvió, después de haber muerto al filisteo, le tomó Abner y le presentó a Saúl, llevando David la cabeza del filisteo en la mano.
58. Y le dijo Saúl: Oh joven, ¿de qué familia eres? Y respondió David: Soy el hijo de vuestro siervo Isaí, natural de Betlehem.


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1. El texto narra la confrontación entre Goliat y David. La escena se sitúa en la región montañosa del oeste, en la frontera entre los israelitas y los filisteos.
4. Este es el primer caso de combate singular. La narración está llena de dramatismo. Ni el nombre de Goliat ni su armamento son mencionados en otros pasajes bíblicos. Su estatura corresponde a 2.80 metros.
45. La confrontación adquiere dimensiones religiosas.
54. Muchos detalles de la narración permiten suponer que ha sido tomada de diversas tradiciones.


El otro texto que elegí es el del gran profeta Elías, en un momento cumbre de su acción, en el sacrificio del Monte Carmelo. El contexto es el desarrollo de una de las peores persecuciones religiosas atestiguadas por el Antiguo Testamento Si Elías fallaba Israel iba a dejar de creer en Yahvéh, y no seguiría siendo pueblo de Dios, y no nacería Jesús. Para ver la experiencia histórica de fe de Elías, ver algunos de los milagros en los capítulos anteriores. Relacionar este texto con mi vida, y con el llamado a la intercesión que siento en mí. Analizarlo en relación a lo expuesto al comienzo de la reflexión. La delicadeza y el amor de Elías por Yahvéh se notan cuando reconstruye el altar en la cima del monte, en semejante momento. Hace colocar agua, para hacer más patente el poder de Dios, que regala a sus discípulos esa experiencia de fe de poder, para hacer crecer en el amor a los hombres, y no por el poder en sí mismo.

PRIMER LIBRO DE LOS REYES
CAPITULO 18


Elías prueba con un testimonio del cielo que el Dios de Israel es el verdadero y Baal un dios falso



1. Mucho tiempo después habló el Señor a Elías en el tercer año del hambre, diciendo: Anda y preséntate a Acab; porque quiero enviar lluvias a la tierra.
2. Partió, pues, Elías a presentarse a Acab. Entretanto el hambre era extrema en Samaria.
3. Y Acab llamó a Abdías, mayordomo de su palacio. (Era Abdías muy temeroso de Dios;
4. pues cuando Jezabel hacía matar a los profetas del Señor, recogió él cien profetas*, y los escondió en cuevas, cincuenta en una cueva y cincuenta en otra; y los proveyó de pan y agua).

5. Dijo, pues, Acab a Abdías: Da una vuelta por el país hacia todas las fuentes y por todos los valles, para ver si podemos hallar hierba, y conservar la vida a los caballos y mulos, a fin de que no mueran todas las bestias.
6. Y se repartieron entre sí las provincias para recorrerlas. Acab iba por un camino y Abdías separadamente por otro.
7. Estando Abdías de camino, le salió al encuentro Elías; ante el cual, luego que lo conoció, se postró sobre su rostro, diciendo: Mi señor, ¿eres tú Elías?

8. Y respondió éste: Yo soy. Anda y di a tu amo: Aquí está Elías.
9. Replicó Abdías: ¿En qué he pecado yo, que me entregas a mí, siervo tuyo, en manos de Acab, para que me haga morir?
10. Vive el Señor Dios tuyo, que no hay gente ni reino a donde no haya enviado mi amo a buscarte; y habiendo respondido todos: No está aquí; él, visto que no aparecías, ha conjurado uno por uno a los reinos y naciones para que te prendan.
11. Ahora bien, tú me dices a mí: Anda, y di a tu amo: Aquí está Elías.

12. Y sucederá que apenas me habré apartado de ti, el espíritu del Señor te transportará a donde yo no sepa; y después que habré dado la noticia a Acab, no hallándote él, me quitará a mí la vida. Y en verdad que tu siervo teme al Señor desde su infancia.
13. ¿Por ventura, señor mío, no ha llegado a tu noticia lo que hice yo cuando Jezabel mataba a los profetas del Señor; cómo escondí a cien de estos profetas, cincuenta en una cueva y cincuenta en otra, proveyéndoles de pan y de agua?

14. ¿Y después de eso me encargas ahora que vaya a decir a mi amo: Aquí está Elías, para que me haga matar?
15. Respondió Elías: Vive el Señor de los ejércitos, a quien yo sirvo, que hoy mismo me he de presentar a Acab.
16. Partió, pues, Abdías a encontrar a Acab; y le dio el recado. Salió Acab al encuentro de Elías,
17. y así que lo vio le dijo: ¿Eres acaso tú el que traes alborotado a Israel?
18. A lo que respondió Elías: No he alborotado yo a Israel; sino tú y la casa de tu padre, que habéis despreciado los mandamientos del Señor, y seguido a los Baales o falsos dioses.

19. No obstante, manda ahora mismo juntar delante de mí a todo Israel en el monte Carmelo, y a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y a los cuatrocientos profetas de los bosquetes*, a quienes sustenta Jezabel.



El sacrificio del Carmelo


20. Envió, pues, Acab a llamar a todos los hijos de Israel, y congregó a todos los profetas de Baal en el monte Carmelo.
21. Entonces Elías acercándose a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo habéis de ser como los que cojean hacia dos lados? Si el Señor es Dios, seguidle; y si lo es Baal, seguid a Baal. Mas el pueblo no le respondió palabra.
22. De nuevo dijo Elías al pueblo: He quedado yo solo de los profetas del Señor; cuando los profetas de Baal son en número de cuatrocientas cincuenta personas.

23. Con todo, dénsenos dos bueyes; de los cuales escojan ellos uno, y haciéndolo pedazos, póngalo sobre la leña, sin aplicarle fuego; que yo sacrificaré el otro buey, lo pondré sobre la leña, y tampoco le aplicaré fuego.
24. Invocad vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de mi Señor; y aquel dios que mostrare oír, enviando el fuego, ése sea tenido por el verdadero Dios. Respondió todo el pueblo diciendo a una voz: Excelente proposición.

25. Dijo, pues, Elías a los profetas de Baal: Escoged para vosotros el buey, y comenzad los primeros, ya que sois en mayor número, e invocad los nombres de vuestros dioses, sin poner fuego a la leña.
26. Ellos tomando el buey que les fue dado, lo inmolaron, y no cesaban de invocar el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: Baal, escúchanos. Pero no se oía voz, ni había quien respondiese; y saltando sobre el ara que habían hecho, pasaban de una parte a otra.

27. Siendo ya el mediodía, se burlaba Elías de ellos, diciendo: Gritad más recio; porque ese dios quizá está en conversación con alguno, o en alguna posada, o de viaje; tal vez está durmiendo, y así es menester despertarlo.
28. Gritaban, pues, ellos a grandes voces; y se sajaban, según su rito, con cuchillo y lancetas, hasta llenarse de sangre.
29. Mas pasado ya el mediodía, y mientras proseguían en sus invocaciones, llegó el tiempo en que suele ofrecerse el sacrificio, sin que se oyese ninguna voz, ni hubiese quien respondiera, ni atendiera a los que oraban.

30. Dijo entonces Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí; y acercándose a él el pueblo, reparó el altar del Señor que había sido arruinado.
31. Tomó doce piedras, según el número de las tribus de los hijos de Jacob, a quien habló el Señor, diciendo: Israel será tu nombre.
32. Y con dichas piedras edificó el ara o altar en el nombre del Señor; e hizo alrededor del altar una zanja, como dos pequeños surcos,
33. y acomodó la leña; y dividiendo el buey en trozos, los puso sobre la leña,

34. y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y vertedla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo después: Hacedlo segunda vez. Y habiéndolo hecho por segunda vez, añadió: Repetidlo aun por tercera. E hicieron lo mismo por tercera vez;
35. de suerte que corría el agua alrededor del altar, y quedó la zanja llena de agua.
36. Siendo ya el tiempo de ofrecer el holocausto, se acercó el profeta Elías, y dijo: OH Señor Dios de Abrahán, y de Isaac, y de Israel, muestra hoy que tú eres el Dios de Israel, y que yo soy tu siervo, y que por tu mandato he hecho todas estas cosas.

37. Óyeme, oh Señor, escúchame, a fin de que sepa este pueblo que tú eres el Señor Dios, y que tú has convertido de nuevo sus corazones.
38. De repente bajó fuego del cielo, y devoró el holocausto, y la leña, y las piedras, y aun el polvo, consumiendo el agua que había en la zanja.
39. Visto lo cual por todo el pueblo, se postraron todos sobre sus rostros, diciendo: El Señor es el Dios, el Señor es el Dios verdadero.
40. Entonces les dijo Elías: Prended a los profetas de Baal, y que no se escape ninguno de ellos. Presos que fueron, los mandó llevar Elías al arroyo de Cisón; y allí les hizo quitar la vida.

41. Dijo entonces Elías a Acab: Anda, come y bebe; porque ya oigo el ruido de una gran lluvia que viene.
42. Fue Acab a comer y beber; mas Elías se subió a la cima del Carmelo, donde arrodillado en tierra, y puesto su rostro entre las rodillas,
43. dijo a su criado: Anda, ve y observa hacia el mar. Habiendo ido el criado y mirado, volvió diciendo: No hay nada. Le replicó Elías: Vuelve hasta siete veces.
44. Y a la séptima vez he aquí que subía del mar una nubecilla pequeña como la huella de un hombre. Y dijo Elías: Anda, y di a Acab: Engancha el tiro a tu carruaje, y marcha luego, para que no te ataje la lluvia.

45. Y mientras se hacía esto, e iba de una parte a otra, se oscureció el cielo en un momento, y vinieron nubes y viento, y empezó a caer una gran lluvia. Así, pues, montando Acab en su coche, se fue a Jezrael.
46. Al punto la mano o virtud del Señor se hizo sentir sobre Elías, el cual recogiendo las faldas del vestido en su cintura, iba corriendo delante de Acab hasta que llegó a Jezrael.


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4. 1 Sam 19, 20.
19. Dedicados a los ídolos, sobre todo a la diosa Astarté y a Baal. El Carmelo tenía una larga historia como lugar de culto. Aparece en las listas egipcias a partir del siglo XV a.C. con el nombre de Cabo Sagrado. La cumbre más elevada tiene 546 metros sobre el nivel del mar y se extiende unos 25 kilómetros.


Si estamos en el ámbito de una jornada, poner en común la reflexión de ambos grupos y terminar con una oración comunitaria en donde se pida el vínculo que tenían David y Elías con Dios, no tener la fe como poder, sino como amor que puede, junto con Yahvé, transformar el mundo en un ámbito acogedor y fraterno.

Si la reflexión es personal, guarda en tu corazón, lo meditado y descubierto. Le pido al profeta Elías, que desde la presencia de Dios, tire su manto espiritual sobre ti, y te haga discípulo del Dios Vivo, transmitiéndote el Espíritu Santo.
(1 RE 19,19-21)


QUE VIVAS EN EL ESPÍRITU SANTO (saludo que los cristianos de los primeros siglos se hacían entre ellos)
Y que la amistad con Dios sea tu forma de vida

Julio Daniel Nardini.


lunes 16 de marzo de 2009

Adoración y la oración de Intercesión

Aquí se analiza como la actitud de adoración ubica al intercesor en el lugar adecuado para realizar el servicio de intercesión y ser feliz. Reflexión y textos bíblicos, para una teología bíblica

La adoración en relación con la intercesión, es como el lugar y el ámbito desde el cual se intercede. Es como entrar en una habitación, en donde me encuentro con Dios, que me protege, me ama, y a la vez me maravilla por su poder, magnitud y misericordia. De este encuentro donde el intercesor queda impresionado, en el verdadero sentido del término, el ser y la existencia de Dios quedan como transmutadas e impresas en el ser del intercesor; es como que ambos compartieran en un punto común, el nivel de existencia de cada uno; es lo que se llama comunión entre Dios y el hombre. Esto hace brotar desde el corazón del intercesor, como centro de su ser, una actitud de adoración que va conectada a la unión mística, de tal forma que siendo uno con Dios, se intercede. No tiene parangón y medida como se multiplica la eficacia de la intercesión en este caso, ya que se realiza en la unión con Dios formando como "un solo ser, en la unión mística". En realidad, esta actitud de adoración, me ubica en la realidad frente a Dios, y también me ubica en la realidad de las cosas y las personas por las cuales voy a interceder. Me hace madurar en el realismo de las posibilidades de la oración y de la realidad por la cual intercedo; pero a su vez, como capto la naturaleza de Dios, puedo percibir la inmensa potencia del ser divino. Esto hace aumentar la fe del intercesor, aunque a la vez gana en humildad. Este encuentro entre el ser divino y el intercesor, en el acto de interceder, tiene un efecto concomitante inmediato, que fruto trae un gozo profundo y radical de estár en la presencia de ese Dios vivo y actuante en la Historia. Un encuentro que revela claramente lo que digo es el de Moisés cuando recibe la revelación de los mandamientos. Tal es el fruto del encuentro que queda con el pelo blanco. Se puede meditar la biblia sobre el sentido de la adoración como oración, pero hay que hacerlo aquí, en su vinculación con la intercesión. Este es un tipo de mirada que nos permite entrar en la dimensión amorosa de la intercesión.

Julio Daniel Nardini
="http://oracionintercesion.blogspot.com/2009/01/dios-es-mi-fortaleza-una-aproximacion.html">Adoración
Ezequiel ante la *gloria de Yahveh (Ez 1,28), Saulo ante la
aparición de Cristo resucitado (Act 9,4) se ven derribados por tierra,
como aniquiiados. La *santidad y la grandeza de *Dios tienen algo
abrumador para la criatura, a la que vuelven a sumergir en su nada.

Si bien es excepcional que el hombre se encuentre así con Dios
en una experiencia directa, es normal que en el universo y a lo largo
de su existencia reconozca la *presencia y la acción de Dios, de su
gloria y de su santidad. La adoración es la expresión a la vez
espontánea y consciente, impuesta y voluntaria, de la reacción
compleja del hombre impresionado por la proximidad de Dios:
conciencia aguda de su insignificancia y de su *pecado, confusión
silenciosa (Job 42,1-ó), veneración trepidante (Sal 5,8) y agradecida
(Gén 24,48), homenaje jubiloso (Sal 95,1-6) de todo su ser.
Esta reacción de fe, puesto que efectivamente invade todo el ser,
se traduce en gestos exteriores, y apenas si hay adoración
verdadera en que el *cuerpo no traduzca de alguna manera la
soberanía del *Señor sobre su *creación y el homenaje de la criatura
conmovida y consintiente. Pero la criatura pecadora tiende siempre a
escapar al influjo divino y a reducir su adhesión a las solas formas
exteriores; así la única adoración que agrada a Dios es la que viene
del corazón.

I. LOS GESTOS DE ADORACIÓN.

Se reducen a dos, la postración y el ósculo. Una y otro adoptan en
el *culto su forma consagrada, pero convergen siempre con el
movimiento espontáneo de la criatura delante de Dios, dividida entre
el *temor pánico y la fascinación maravillada.

1. La postración, antes de ser un gesto espontáneo es una actitud
impuesta a la fuerza por un adversario más poderoso, la de Sisara,
que cae herido de muerte por Yael (Jue 5,27), la que Babilonia
impone a los israelitas cautivos (Is 51,23). El débil, para evitar verse
constreñido a la postración por la violencia, prefiere con frecuencia ir
por si mismo a inclinarse delante del más fuerte e implorar su gracia
(IRe 1,13). Los bajorrelieves asirios suelen mostrar a los vasallos del
rey arrodillados, con la cabeza prosternada hasta el suelo. Al *Señor
Yahveh, «que está elevado por encima de todo» (IPar 29,11),
corresponde la adoración de todos los pueblos (Sal 99,1-5) y de
toda la tierra (96,9).

2. El ósculo añade al respeto la necesidad de contacto y de
adhesión, el matiz de *amor (Ex 18,7; ISa 10,1...). Los paganos
besaban sus *ídolos (IRe 19,18), pero el beso del adorante, que no
pudiendo alcanzar a su dios, se llevaba la mano delante de la boca
(ad os = adorare, cf. Job 31,26ss), tiene sin duda por objeto
expresar a la vez su deseo de tocar a Dios y la distancia que le
separa de él. El gesto clásico de la adorante de las catacumbas,
perpetuado en la liturgia cristiana, con los brazos extendidos y
expresando con las manos, según su posición, la ofrenda, la súplica
o la salutación, no comporta ya ósculo, pero todavía alcanza su
sentido profundo.

3. Todos los gestos del culto no sólo la postración ritual delante de
Yahveh (Dt 26,10; Sal 22,28ss) y delante del *arca (Sal 99,5), sino el
conjunto de los actos realizados delante del *altar (2Re 18,22) o en
la *«casa de Yahveh»' (2Sa 12,20), entre otros los sacrificios (Gén
22,5; 2Re 17,36), es decir, todos los gestos del servicio de Dios,
pueden englobarse en la fórmula «adorar a Yahveh» (ISa 1,3; 2Sa
15,32). Es que la adoración ha venido a ser la expresión más
apropiada, pero también la más variada, del homenaje al Dios, ante
el que se prosternan los ángeles (Neh 9,6) y los falsos dioses no son
ya absolutamente nada (Sof 2,11).


II. ADORARÁS AL SEÑOR TU DIOS.

1. Sólo Yahveh tiene derecho a la adoración.
Si bien el AT conoce la postración delante de los hombres, exenta
de equívocos (Gén 23,7.12; 2Sa 24,20; 2Re 2,15; 4,37) y con
frecuencia provocada por la sensación más o menos clara de la
majestad divina (ISa 28,14.20; Gén 18,2; 19,1; Núm 22,31; Jos 5,14),
prohibe rigurosamente todo gesto de adoración susceptible de
prestar un valor cualquiera a un posible rival de Yahveh: *ídolos,
*astros (Dt 4,19), dioses extranjeros (Ex 34,14; Núm 25,2). No cabe
duda de que la proscripción sistemática de todos los resabios
idolátricos arraigó en Israel el sentido profundo de la adoración
autentica y dio su puro valor religioso a la altiva repulsa de
Mardoqueo (Est 3,2.5) y a la de los tres niños judíos ante la estatua
de Nabucodonosor (Dan 3,18).

2. Jesucristo es Señor.
La adoración reservada al Dios único es proclamada desde el
primer día, con «escándalo para los judíos, como debida a *Jesús
crucificado, confesado *Cristo y *Señor». (Act 2,36). «A su *nombre
dobla la *rodilla cuanto hay en los cielos, en la tierra y en los
infiernos. (Flp 2,9ss; Ap 15,4). Este *culto tiene por objeto a Cristo
resucitado y exaltado (Mt 28,9.17; Lc 24,52), pero la *fe reconoce ya
al *Hijo de Dios y lo adora (Mt 14, 33; Jn 9,38) en el hombre aun
destinado a la muerte, e incluso en el recién nacido (Mt 2,2.11; cf. Is
49,7).
La adoración del Señor Jesús no obsta en absoluto a la
intransigencia de los cristianos, solícitos en rehusar a los *ángeles
(Ap 19,10; 22,9) y a los apóstoles (Act 10,25s; 14,11-18) los gestos
aun exteriores de adoración. Pero al *confesar su adoración
tributada a un *mesías, a un Dios hecho hombre y *salvador, se ven
inducidos a desafiar abiertamente al culto de los césares, figurados
por la *bestia del Apocalipsis (Ap 13,4-15; 14,9ss) y a afrontar el
poder imperial.

3. Adorar en espíritu y en verdad.
La novedad de la adoración cristiana no está solamente en la
figura nueva que contempla: el Dios en tres personas; este Dios,
«que es *Espiritu», transforma la adoración y la lleva a su perfección:
ahora ya el hombre adora «en espiritu y en verdad» (Jn 4,24). No ya
con un movimiento puramente interior, sin gestos y sin formas, sino
con una consagración del ser entero, espíritu, alma y cuerpo (ITes
5,23). Asi los verdaderos adoradores, totalmente santificados, no
tienen ya necesidad de Jerusalén o del Garizim (Jn 4,20-23), de una
religión nacional. Todo es suyo, porque ellos son de Cristo, y Cristo
es de Dios (ICor 3,22ss).
En efecto, la adoración en espíritu tiene lugar en el único *templo
agradable al Padre, el *cuerpo de Cristo resucitado (Jn 2,19-22). Los
que han nacido del Espiritu (Jn 3,8) asocian en él su adoración a la
única en la que el *Padre halla su complacencia (Mt 3,17): repiten el
grito del *Hijo muy amado: «Abba, Padre» (Gál 4,4-9).

-> Confesar - Temer - Creación - Culto - Dios - Rodilla - Ídolos - Señor.

   

miércoles 11 de marzo de 2009

El amor de misericordia y la oración de intercesión

Se reflexiona aquí como realizar la oración de intercesión, uniendo nuestro corazón al corazón misericordioso de Dios.

Todas las personas que están en contacto con seres humanos que sufren, deben aprender a ser misericordiosos. La palabra misericordia viene del latín y relaciona "cordia" con corazón y "miser" con miseria, y el sentido profundo es que con un corazón lleno de amor,en este caso el que intercede, "baja afectuosamente"hacia la miseria de otro (sea física, moral, social,etc) para ayudar a curarla desde el amor. Y la cura, si lo hace desde el centro de su ser, que es el corazón", y no con oraciones repetitivas o con la fe más poderosa que ponga en acción. Este acercarse a la persona que sufre se transforma en "compasión", cuando el intercesor lo hace con pasión, o sea poniéndose en el lugar del otro para comprenderlo y amarlo desde donde está. Como toda persona instrumento de salud, el que ayuda debe cuidarse,para no destruirse desde el dolor. Así, este amor misericordioso y compasivo, debe actuar en la intercesión, desde el corazón de Dios, y yo diría, dentro de Él y abrazado por Él.De esta forma, el que intercede, se llena de amor y gozo, porque mientras intercede y acompaña al que sufre, está siendo amado por Dios. Pero por otro lado, esto parece egoísta, porque falta un aspecto, yo entro en la realidad del otro, comparto su dolor,pero no miro el dolor, sino que miro al otro, y disfruto el encuentro, disfruto de su amor. Esto me lo enseñó el padre Moledo, en un encuentro nacional de agentes solidarios y de salud. Yo era seminarista y concurrí porque me había ofrecido como el primer voluntario oficial en ir a la cárcel para acompañar a jóvenes que habían delinquido. Lo hice junto al que ahora es el padre Sergio Briglia, que hoy se encuentra postrado por una enfermedad contra la cual está luchando. Él nos enseñó a mirar a la persona herida y no a su herida. Lo que esta persona necesita es ser amada con un amor sano, que la pueda sostener en la vida. Este amor cura y ya es una forma de intercesión.
Yo, en el reformatorio Agote, que era un infierno, jugaba al truco (juego de naipes) con los chicos, tomaba mate,jugábamos al football y charlábamos. Con ellos pude formar un grupo de oración dentro de la cárcel, cosa que no pude lograr en ningún colegio en donde fui catequista. Pero no aprendí en ese momento, la realidad que viví y el esfuerzo que hice por ser solidario y vivir la pobreza fue exagerado y quedé postrado por unos meses. La enseñanza del padre Moledo, dió fruto en otros momentos de mi vida, y hoy, cuando visito a mi madre, que tiene demencia senil, y apenas me reconoce, yo disfruto del encuentro con ella. Ofrezco el dolor de verla así, para que Dios acreciente nuestro amor, y bendiga con él, a toda persona que lo necesite.
Le pido a Dios amoroso que te abrace hoy, y te acerque a su corazón, enseñándote a ser su amigo o amiga. Que descanses en su paz cuando intercedas y que cada oración tuya sea una caricia para el hermano necesitado.

JULIO DANIEL NARDINI

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Etiquetas: ACTITUDES DEL INTERCESOR

jueves 29 de enero de 2009

Conociendo al hermano por el cual intercedo


Conociendo al hermano por el cual intercedo.

El servicio de interceder por alguien brota del amor por la persona que necesita. A través de los años descubrí que es mucho trabajo querer y querer intercediendo. No es simplemente orar por la persona y olvidarse. Cuando uno intercede (ora) por alguien, y si realmente lo quiere hacer bien debe ir conociéndolo mejor a través del tiempo, porque es participar humildemente del conocimiento que Dios tiene de él, en la medida de mi humanidad. Cuando lo voy conociendo Dios va regalando sabiduría para saber que pedir de acuerdo a la necesidad de la persona. Rezar intercediendo por el otro es acompañarlo en el proceso de crecimiento. No pido por ejemplo, para que sea feliz esa persona, sino primero descubro si es feliz, y porque razón no lo es, cuáles son las causas. En ese proceso de descubrimiento, discierno cuáles son los primeros pasos de madurez que puede dar y oro por ellos. Esto es un proceso y debo acompañarlo en el proceso. Cuanto más cercana es la persona, más largo es el proceso de intercesión, ya que implica mi maduración humana y la suya. Eso es lo que Dios busca.
También es cierto que no alcanzaría la vida si intercediera por cada uno de esta forma. Dios regala como llamados distintos para rezar por cada persona. Habrá seres humanos que yo conoceré en una sola oportunidad, y lo que Dios quería es que yo rezara puntualmente en ese momento.
Habrá otros que los acompañaré un breve momento de la vida, y en otros casos este proceso durará cerca de cinco años, tal como me ha pasado en muchas oportunidades, en procesos de sanidad interior de la personalidad.
Esta realidad necesita claramente madurez de parte del intercesor. Madurar en el amor que persevera junto al otro y compromiso para dedicar algo del tiempo al día para el servicio. En otra entrega veremos distintos modos de interceder en la vida cotidiana.
Este conocimiento de la persona, no implica necesariamente verse físicamente, por ejemplo, en un caso de separación de la pareja, yo no conocí más que telefónicamente a la esposa, pero nos comunicamos cada quince días, hasta que aprendió a rezarle al Espíritu Santo de la forma adecuada para luchar por su matrimonio, en el aspecto de sanidad interior. En este caso la historia terminó con la reunificación de la pareja. Este tema será producto de otra reflexión. Lo que sí en todo caso la comunicación humana debe ser dignamente profunda, desde el yo más central, en donde me encuentro con Dios.